miércoles, 26 de junio de 2013


Es entonces cuando mis costillas se agrandan porque no me cabe el corazón. Y es entonces cuando mis piernas se sienten raras por seguir apoyadas en el suelo en vez de estar suspendidas al lado de los pajaros, volando. Y mis pulmones parecen demasiado pequeños para todo el aire que quiero respirar, cuando abro la boca y cierro los ojos y le grito al mundo que estoy preparada, que estoy viva y que tengo algo por decir. Es entonces cuando mis ojos parecen demasiado pequeños para todo lo que hay por mirar y mi cuello no se mueve lo suficientemente rápido para lograr abarcarlo todo. Cuando me parece que todo me impacta de manera mas intensa que a los demás. Es entonces cuando sonrío y me miro las manos, que parecen demasiado pequeñas y frágiles, pero, sin embargo, saben hacer tantas cosas. Es entonces cuando se que estoy comiéndome una torta de felicidad. Suena dulce eso de comer contigo, pero creo que prefiero comerte a ti. ¿No crees que es bonito, bonito? Eso de cerrar los ojos y parar el mundo, y abrirlos otra vez y que esté lloviendo y querer abrazarme a tu pecho y decidir no soltarte jamás (así no crea mucho en los jamases) ¿Quién nos lo iba a decir, verdad? Quien podría habernos avisado que el amor no es mas que un pájaro que se estrella en tu pecho y sale volando con él. Quién iba a decir que cuando buscábamos los ojos del otro por las mañanas estábamos volando hasta el cielo con cada susurro inesperado. Cuando cada palabra es un regalo y nos damos el lujo de robarle minutos al reloj. Cuando somos héroes por una noche o una vida... o tres. Cuando tus pupilas y las mías se atraen como dos imanes y mis labios tiemblan, mi corazón se arruga y yo juro y pre-juro que a ti te ocurre lo mismo.

¿Quién lo hubiera dicho, eh? ¿Quién se habría atrevido.?

1 comentario:

  1. Un placer leer tus escritos siempre.

    Las manos pueden hacer demasiadas cosas, tantas, como escribir este bello texto.

    Un beso.

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